Una vez que parimos, las hormonas en nuestro cuerpo andan de fiesta: unas suben, otras bajan, de aquí para allá,… creando en nosotras un mar de emociones que a veces nos ahoga y otras nos lleva al paraíso. Y en el caso de las mujeres que damos lactancia materna en exclusiva, la prolactina y otras hormonas que interfieren en este proceso, se suman a esta celebración creando toda una revolución en nuestro cuerpo. ¡VENGA FIESTA!
Todo este cocktel tiene unas consecuencias emocionales muy claras (sobre todo por los cambios de humor), pero también físicas. Te has preguntado alguna vez porqué no nos baja la menstruación mientras damos el pecho a nuestros bebés. No en todos los cuerpos es igual pero, por lo general, cuando se da la lactancia materna en exclusiva, el cuerpo deja de ovular, entendiendo que si estás proyectando toda tu energía en cuidar de un bebé y amamantarlo, no es el momento de volver a quedarte embarazada.
Sí, yo también tengo un amiga que tuvo así al segundo crío.
La causante de la falta de menstruación o amenorrea es la prolactina. La prolactina es una de las hormonas que intervienen en el ciclo de creación de la leche materna. En el momento en que la placenta es expulsada en el parto, lo que se conoce como alumbramiento, los niveles de esta hormona empiezan a subir para “fabricar leche”. A medida que pasan los días y que el bebé va succionando más, los niveles van subiendo y se mantienen elevados mientras existe succión. Cuanta más succión, más prolactina se segrega y en consecuencia, más leche produce una madre.
Este proceso por tanto frena la segregación de las hormonas que intervienen en la ovulación:
las hormonas luteinizante (LH) y foliculoestimulante. Estas son producidas por la hipófisis para promover la ovulación y la estimulación de los ovarios, que producen a su vez estrógenos y progesterona para estimular el útero y las mamas en el caso de una posible fecundación.
Pero si la prolactina se lleva toda la atención, estas hormonas pasan a un segundo plano y dejan de segregarse. Y es que la prolactina tiene una doble misión: proveer al bebé de la leche materna, e inhibir a nivel cerebral y ovárico la secreción de hormonas relacionadas con la fertilidad.
“Pero, dando el pecho me vino la regla”. Ya, es que en ocasiones esta ecuación no se cumple. Hay mujeres que tienen mucha cantidad de hormonas para la ovulación y la prolactina no lo supera, por lo que se pueden dar sangrados. En ocasiones son sangrados sin ovulación que no se consideran menstruación, pero en otras sí es el periodo y llega para quedarse.

Por eso quiero recordarte algo muy importante: LA LACTANCIA MATERNA EXCLUSIVA NO ES UN MÉTODO ANTICONCEPTIVO. Nadie te asegura que dando el pecho no vayas a ovular, por lo que, aunque hay muchas probabilidades de que no se dé la ovulación, puede que el cuerpo cambie de un día para otro y se produzca un embarazo no buscado. Pon protección en el caso de que no quieras que te pase como a tu amiga.
A muchas mujeres les encanta sangrar ciclo tras ciclo porque ese momento les ofrece calma y marca un inicio y fin a nuestra rueda menstrual; y otras, por lo contrario, lo ven como un alivio, el poder estar esos meses (o años) sin la menstruación.
Pero cuándo aumentan las probabilidades de que la menstruación llegue mientras damos el pecho.
Pues cuando empiezan a darse periodos de más de seis horas sin mamar: si van comiendo cada vez más porque empiezan con la alimentación complementaria (a partir de los 6 meses) y en algunas comidas ya no toman pecho o si por la noche empiezan a dormir de seguido, si la mamá ha empezado a trabajar y pasa varias horas fuera de casa, si van a la escuelita y están varias horas sin mamar,… Todo esto hace que el cuerpo genere menos leche, por tanto, menos prolactina, y que empiece a pensar que como el niño es más autónomo, ya podía volver a tener las condiciones optimas para tener más bebés.
Como te he dicho antes, cada cuerpo es un mundo, y hay mujeres que tras la cuarentena tienen la menstruación y otras que se pasan dos años sin ella. Sea como sea, si tu cuerpo está sano no tienes de qué preocuparte. Bastante trabajo tienes ya con esa pequeña criatura que te ha robado el corazón.